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Artistas del Pasado y Los Lienzos del Desierto

Los geoglifos en el sendero entre Tamentica y Quebrada de los Pintados (Huatacondo, Tarapacá), nos invita a pensar el sobre cómo los pueblos prehispánicos andinos inscribían su política en la memoria de los senderos. El geoglifo de Quebrada de los Pintados, revela como sus constructores agregaron motivos coloniales a los geoglifos preexistentes, en el contexto histórico de los procesos de extirpación de idolatrías en el área. Puede que la memoria inscrita por siglos en la huaca se haya perdido en parte, pero sobrevivieron paradójicamente los conocimientos, creencias y técnicas prehispánicas necesarios para «extirpar» una memoria e «implantar» otra. Esta monumental escena de geoglifos de 70 m de largo que representa la irrupción ibérica al desierto de Atacama durante el siglo XVI. De un valor etnográfico y artístico exepcional, esta notable escenificación resulta de la aplicación de técnicas visuales ancestrales. Está compuesto por cuatro figuras humanas en perspectiva y movimiento, cargando juntas una viga o vara larga. La figura central tiene los brazos arriba y piernas semiflectadas en posición de ir cargando el madero, extenuada, con un realismo figurativo que combina el estilo renacentista europeo con las técnicas y soportes geográficos andinos tradicionales. La relación entre las cruces y los círculos de punto central han sido considerada como uno de los registros coloniales más tempranos en los Andes, por lo que esta escena parecería dar cuenta de la primera época de la Colonia. El geoglifo Colonial de la quebrada de los Pintados se encuentra dentro del territorio de la comunidad indígena Quechua de Huatacondo, región de Tarapacá
El periodo Formativo en el desierto de Atacama es una etapa en la cual se introducen notables cambios en la organización social y en la economía regional, generando un desplazamiento hacia una forma más sedentaria y observándose una mayor intensificación en el uso del espacio . Se destaca la introducción de nuevas tecnologías como la cerámica, metalurgia y textilería, junto al desarrollo de un complejo ceremonialismo. En esta época se consolida el énfasis pastoralista y una agricultura de pequeña escala del maíz, ají, quinoa, y calabaza, aunque sin abandonar por completo sus anteriores prácticas (periodo arcaico). Una de las cualidades significativas del Formativo tarapaqueño lo constituye el surgimiento de conjuntos residenciales amplios, o aldeas, que señalan una estructuración social novedosa, en los cuales habitaron grupos poblacionales mayores, en inmuebles complejos, diseñados para la realización de prácticas sociales cotidianas, domésticas, individuales, comunitarias, religiosas y públicas. Uno de esos asentamiento se denomina Guatacondo 1 (Mostny, 1970), el cual se encuentra localizado en la quebrada homónima a 1.379 m.snm. La aldea de Guatacondo se emplaza junto a un curso inactivo, que se origina en la quebrada principal y se compone de una gran estructura central, o plaza, que todavía conserva un eminente monolito de piedra al centro. Los recintos que configuran la aldea se distribuyen en torno a este espacio edificado central, evidenciando el carácter ordenador de esta estructura. El conjunto se conforma por 1776 recintos en una superficie de 0.78 ha. Lamentablemente la aldea de Guatacondo se encuentra sometida a intensos procesos de deflación y erosión eólica que pone en peligro su conservación. La aldea Prehispánica de Guatacondo se encuentra dentro del territorio de la Comunidad Indígena Quechua de Huatacondo, Región de Tarapacá
Los geoglifos del Cerro Challacollito (“cerro de ofrendas” en Quechua) fueron construidos cercanos a la Aldea de Huatacondo, uno de los primeros poblados agrícolas del desierto de Atacama, ocupado hace unos 2500 años atrás. Las montañas en los Andes se suelen considerar como divinidades sagradas (huacas), mientras que la cultura es entendida como inseparable de la naturaleza. Más bien se funda en ella, como estos geoglifos que transfigurando la desnudez del cerro evocan la piel moteada de un felino, en un contexto de senderos procesionales y ritualismo comunitario de los primeros andinos que se asentaron y cultivaron la PampadelTamarugal. Así, por medio de los cerros, los geoglifos y las procesiones, se articuló una misma naturaleza significativa de imaginarios que aún se rehúsa a desaparecer. El Cerro Challacollito se encuentra dentro del territorio de la comunidad indígena Quechua de Huatacondo, región de Tarapacá.
Los geoglifos andinos son un arte mágico. Con su monumentalidad y gran perdurabilidad han logrado llegar hasta nuestros días, mostrando que fueron hechos para perdurar muchos siglos, como si se hubiesen propuesto dejarnos una inscripción permanente en el suelo del desierto de su memoria antigua y para todos los tiempos. Pero también son extremadamente frágiles. Una “simples” huellas de camionetas sobre ellos le generan un gran daño a las figuras, quedando además la huella moderna ahora grabada por otros cientos o miles de años más. Tan frágil, que con sólo pisarlos quedan las huellas de las pisadas de una persona, tal como se puede ver en una de las escenas de los geoglifos que mostramos. Las imágenes dan cuenta de la fragilidad, persistencia, y sobre todo del importante daño que se ha producido en los últimos años a los geoglifos y el entorno de la Quebrada de los Pintados, fundamentalmente generados por las camionetas 4×4 de los proyectos de exploración y expansión de la Gran Minería en el sector. Hacemos un llamado a tomar conciencia y cuidar a los geoglifos andinos, al patrimonio en general y en definitiva, a nuestra propia y vieja historia. Estos geoglifos se encuentran dentro del territorio de la Comunidad Indígena Quechua de Huatacondo, Región de Tarapacá.
El desierto oculta muchos secretos, algunos bajo tierra, otros más bien a plena vista, aunque suelen pasar desapercibidos, tales como estas terrazas y melgas de cultivo de hace más de 2000 años atrás que se hicieron en los alrededores de la Aldea de Huatacondo, mostrando un complejo sistema agrícola y de canalización. Los invitamos a reimaginar la pampa del Tamarugal de los primeros pueblos, pampinos y agricultores, con un paisaje más verde y colorido que el actual, con cultivos de quinoa, papa, zapallo, maíz y amaranto, entre otros, mientras se escuchaba el agua corriendo a través de los canales y a los humanos viviendo y compartiendo bajo la sombra de grandes algarrobos. Estas antiguas melgas de cultivo se encuentran dentro del territorio de la Comunidad Indígena Quechua de Huatacondo, Región de Tarapacá